Tamara López Molinero
Reflexión sobre la Autoevaluación
En un primer momento, el autor del texto expone que ha desarrollado un método en el cual es el propio alumnado el encargado de auto evaluarse. En su opinión, este es el método ideal para acabar con las prácticas y dinámicas institucionales y fomentar la igualdad y la Democracia.
Más adelante, el autor defiende la importancia de la auto evaluación pues cree firmemente que esto les ayuda con el desarrollo de sus capacidades tanto de autodeterminación como autor regulación. Expone que a través de estos dos aspectos el alumnado aprende a actuar de forma autónoma y alcanzan una gran conciencia individual y propia.

Uno de los puntos que menciona el autor del texto dice lo siguiente: “Lo justo sería que las notas les compensarán por los procesos de indignidad a los que se ven sometidos a diario. Lo justo sería que se demostrara generosidad para con ellos y se les proporcionarán los medios necesarios para aprender lo que necesitan para vivir una vida digna” Y sí, en esto estoy totalmente de acuerdo. Durante el camino para superar una asignatura tropezamos con mil obstáculos y esto, no nos facilita el camino, en absoluto. Nos vemos obligados a parar, pensar, y evolucionar. A superar miedos y ansiedades. Es evidente que no todos tienen las mismas facilidades, ni en absoluto, las mismas aptitudes.
Un aspecto que ha llamado mi atención es el mito de “la validez de las notas y los exámenes”. Tal y como dice Fernández-Balboa los métodos de calificación tradicionales no suelen ser válidos ya que en la mayor parte de los casos no mide ni lo que se pretende ni los resultados son generalizables. Esto es triste pero cierto, ¿cuántas veces hemos aprobado un examen y a los días hemos olvidado lo “aprendido”?, ¿por qué solo una mínima parte se queda con los conocimientos adquiridos y no acaba olvidándose de ellos? Estas preguntas sí tienen respuesta, una respuesta desoladora e inconfundible. Vivimos en una sociedad que nos impone aprobar para pasar de curso, para destacar, para ser el mejor de la clase. Es evidente que el sistema educativo deja mucho que desear y mucho más sus formas y métodos, hemos llegado a un punto en el que “estudiamos para aprobar, en lugar de estudiar para aprender”. Y así nos va, y así son los resultados académicos…
Por último, hablando del mito de la “satisfacción por el deber cumplido” mencionado por el autor,he de decir que, en esta ocasión también posee gran parte de verdad. Cuando hablamos de notas y exámenes, nos sumergimos en una profunda sensación de tristeza, ansiedad, miedo, confusión, desasosiego, entre otros muchos aspectos. Al igual que nos sentimos satisfechos cuando recibimos una buena calificación. En mi caso, cuando esto sucede, siento que todo el esfuerzo ha servido para algo, siento que la buena nota es el resultado de un esfuerzo inconmensurable, que después de todo tiempo dedicado, es el resultado de un buen trabajo. Pero esto no es la verdad, nos engañamos a nosotros mismos, como ya he mencionado anteriormente, una buena nota no quiere decir que hayas aprendido nada, simplemente confirma que has estudiado el temario y lo has sabido exponer en el examen correctamente, quiere decir que has convencido al profesor de tu conocimiento adquirido. Nada más lejos de la realidad.
En definitiva, todos estos métodos tienen un único objetivo según el autor, evaluar la realidad, una realidad completamente distorsionada, una realidad absolutamente artificial, que premia una nota alta y en ocasiones, no una buena comprensión e interiorización de los contenidos.
Por todos los aspectos mencionados anteriormente, creo que lo más justo, tanto para el personal docente como para el alumnado, el mejor, el más efectivo y real de evaluación es la auto-evaluación del alumnado. Debemos dejar de lado la evaluación tradicional que no nos beneficia en nada y poner en prácticas nuevos métodos que reflejen el esfuerzo, la constancia el sacrificio y la actitud personal, siendo siempre justos y sinceros con nuestra nota final. La nota final, debe ser el resultado de todo nuestro esfuerzo incansable, de nuestras ganas y actitud de cara al aprendizaje adquirido.

Sin duda, estoy totalmente de acuerdo con el autor en el siguiente aspecto: él cree que la única forma valiosa es dar un cambio radical, entrar en un proceso de concienciación fundamental, y para ello, seguir por el camino de la autor regulación y autodeterminación en mi opinión, es el camino correcto. Es el camino que nos puede llevar al éxito y puede evitar el fracaso y la frustración en cuanto a la educación se refiere.
Un aspecto clave que influye especialmente en nuestro camino, y por lo tanto, en nuestro aprendizaje es la figura del profesor/a de cara a la asignatura. Es obvio que el profesor/a tiene mucho que ver en nuestra enseñanza y en nuestro modo de ver la educación. Un profesor debe de aceptar la función de guía en el aprendizaje, debe dotarnos de recursos y herramientas para formar nuestro propio conocimiento y por consiguiente, de nuestro pensamiento, un pensamiento que debe ser ético y cívico, un pensamiento que respete a todo el mundo y crea en la capacidad de cada uno de los individuos. Por mucho que nos neguemos a aceptarlo, los principios pedagógicos que pueda seguir un profesor, nos afectan e influyen a partes iguales, determinan nuestro comportamiento y actitud, es por esta razón que creo que, la auto evaluación puede ser un método a través del cual reflexionemos y nos valoremos individualmente, pongamos en la mesa todo lo aprendido y nuestra actitud en cuanto a lo interiorizado.
A través de la auto evaluación sopesamos los pros y contras, y llegamos al punto final de nuestro esfuerzo. Debemos de tener claro que estando de acuerdo con la auto evaluación, debemos de tener claras las consecuencias de nuestro trabajo. Es más, el hecho de que se nos haya dotado de una gran libertad a la hora de realizar tareas y prácticas confirma el hecho de nuestra voluntad y nuestro compromiso para con la asignatura en cuestión. No va a ser más que con nuestros actos que vamos a elaborar una nota final. En estos casos, y en total acuerdo con Fernández, creo que la nota pasa a ser de un premio a una respuesta a nuestro compromiso y aprendizaje. Porque sí, el profesor puede haber estado analizando tu actitud y participación en clase, pero eres tú quien finalmente, va a valorar tu esfuerzo y demostración.
El ambiente en el cual se dan las clases y sesiones ha sido desde un primer momento un lugar de calma, un clima de respeto y colaboración, de trabajo colectivo, un lugar que invitaba a trabajar duramente y a ofrecer lo mejor de uno mismo. Esto es otro de los puntos claves de una buena actitud, el hecho de que el profesor nos dote de su confianza nos hace sentirnos partícipes y conformes con nuestro trabajo. Al fin y al cabo, la fórmula que ofrece el autor es exactamente la fórmula del éxito:
“Libertad para, y ganas de, aprender por parte del aprendiz + contenido significativo + ayuda apropiada y cariñosa, sin controlar, por parte del enseñante es resultado de un aprendizaje enriquecedor permanente.”
Sinceramente, creo que el hecho de que en un principio se nos dijera que no había examen y que íbamos a ser nosotros mismos quienes fuéramos creando nuestros conocimientos fue la forma que cambió todo. Cambió nuestra forma de ver la asignatura, y generó en nosotros unas expectativas soñadas. Unas expectativas muy altas, que hablando personalmente, por el momento se han cumplido al 100%. Sin estrés, sin ansiedad, sin agobios por pensar en un examen que en la mayoría de casos no demuestra nuestras capacidades. Creo que, esta situación, nos ha llevado a participar mucho más en la asignatura, a entregarnos profundamente a demostrar y a sentir todo aquello que estábamos trabajando, y esa sin duda alguna, es la clave del éxito en una asignatura.
La auto evaluación no solo nos permite acabar con la evaluación tradicional, sino que nos permite ser honestos y conscientes con nuestra actitud, nos permite reflexionar acerca de nuestro principios y propósitos educativos. Muchos pueden pensar que este método regala los excelentes, el mayor problema es hablar de la asignatura y referirnos únicamente a un único objetivo: lograr la máxima nota. El problema comienza cuando un lugar de buscar el máximo conocimiento, buscamos exclusivamente el sobresaliente, sin importar cómo lo logremos, qué hemos tenido que saber o los distintos métodos aprendidos por el camino. El hecho de que se nos permita hacer nuestra propia auto evaluación, es una oportunidad mágica para demostrar qué o quién somos, y en qué nos queremos convertir.


Haciendo referencia ahora a la hora de poner las notas de la forma tradicional, uno de los aspectos que me preocupa y cabrea a partes iguales, es el hecho de que en ocasiones, la mayoría de los profesores, evalúan mejor a los alumnos que más destacan en el aula, y no tanto a aquellos que pasan más desapercibidos, es decir, pese a haber puesto el mismo empeño y esfuerzo que otra persona, esa persona por el hecho de hablar en clase más que yo, ya recibirá mejor nota. Aunque yo me sacrifique más, aunque mi actitud sea más positiva y motivadora. En ocasiones, solo se premia el hecho de participar activamente en clase, y no todo es eso.
Porque sí, puede que esa persona hable más, sea menos tímida y no le importe dar su opinión en público y defenderla, pero hay quienes son más cautos, más reservados. Y eso no quiere decir que se sea peor, o que esa persona sea mejor, no quiere decir que no se implique de la misma forma que la persona que habla durante toda la sesión.
Tristemente, en mi opinión, muchos profesores siguen ese mismo patrón, y a mí, me entristece que solo unos pocos valoren el esfuerzo que realizamos, que solo un grupo minoritario deje los estereotipos a un lado y valore a todos según sus capacidades y actitudes en cuanto al trabajo del aula.
Es por este motivo por el cual creo firmemente que la auto evaluación es el método más real, pues la nota no va a depender exclusivamente del profesor, en esta ocasión, eres tú mismo quien debe sopesar todo lo mencionado anteriormente.


Una parte preocupante de este proceso de auto evaluación es el hecho de no saber exponer todo aquello que siento. Me preocupa no poder exteriorizar todo aquello que llevo dentro, aquello que he aprendido, aquello que me ha hecho crecer como persona, me preocupa quedarme corta y que no se entienda mi reflexión final. Está todo en la mente, pero a veces no existen palabras para expresar todo aquello que sientes, no las encuentras, o simplemente, faltan palabras para expresarte. Las palabras son, bajo mi punto de vista, una fuente inimaginable de poder, a través de ellas podemos hacer daño y remendar.
A veces, sin pensar somos capaces de exteriorizar lo que sentimos, pero otras, queremos decir tanto que no decimos nada. Y esto suele pasarme mucho más de lo que quisiera, más de lo que debería. Se supone que sí estoy más que contenta con mi progreso debería poder contarlo de forma abierta, debería de poder dejárselo claro al resto. Desafortunadamente, no suelo encontrar las palabras correctas para definirme. Y esto juega en mi contra, por supuesto.
Otras veces, no podemos evitar compararnos con los demás, es imposible. Hacemos comparaciones odiosas que nos frustran todavía más. Esto no sirve para nada, me ha costado entenderlo, pero a día de hoy aún sigue me sigue costando aceptarlo. Todos tenemos algo que ofrecer, mejor o peor ¿pero eso quien lo dice?. No debemos culparnos, ni mucho menos penalizarnos por ello, únicamente debemos de tener claras nuestras circunstancias, debemos de actuar siguiendo nuestros principios y nuestro
compromiso con la asignatura, y no solo con ella, nuestro compromiso con la vida en general.
En cuanto a la evaluación se refiere lo mejor es ser honesto, nadie más que tú va a saber qué o cómo lo has hecho, la decisión final es nuestra sí, pero conlleva muchos factores y depende de muchos otros. Al fin y al cabo, lo aprendido es por y para nosotros, no para demostrarle a nadie qué hemos aprendido. Simplemente hay que poner en la balanza tanto aspectos positivos como negativos para lograr tu resultado.
Quizá el mayor problema de hacer uso de este método es que no estamos acostumbrados a seguir esta metodología, estamos acostumbrados a que nos digan qué hacer, cómo hacerlo y en cuanto tiempo hacerlo. Y en cuanto nos sacan de esta forma de actuar nos perdemos, perdemos el rumbo, pero solo hay que centrarse y creer que es mucho más efectivo e instructivo trabajar así que siguiendo el modelo tradicional, que al fin y al cabo, acaba enseñándonos a obedecer las órdenes de un profesor simplemente para lograr pasar la materia, y no para aprender, que debería ser nuestro principal objetivo.
En definitiva, brillar por uno mismo no es fácil, no es simple destacar por encima de los demás, nuestro objetivo no es ser el mejor de la clase, ni mucho menos, nuestro fin no es otro que llegar al máximo conocimiento, conocer nuevas metodologías y forjar nuestro pensamiento propio, ser conscientes de la importancia de la educación y aprender a aprender, especialmente. Al final del camino, es reconfortante saber que después de todo el trabajo duro, logras un buen resultado, logras sentirte satisfecho con lo hecho. Y es que es cierto, que queda muchísimo por hacer, que aún hay quien cree que el método más efectivo es el tradicional y que los más innovadores no son más que herramientas estúpidas que solo sirven para aprobar al conjunto de alumnos y alumnos sin apenas estudiar o mucho más importante, sin realizar pruebas teóricas que demuestren los conocimientos adquiridos o no. No todo en la vida es una hoja llena con teoría, al fin y al cabo, lo que realmente nos va a hacer falta en la sociedad es saber comportarnos, tener los métodos adecuados de actuación y ser 100% consciente de tus límites y posibilidades, sin vacilar, sin menospreciar, sin exagerar. Es triste, pasamos toda la vida estudiando densa teoría y parece que nunca llega el momento de ponerla en práctica. ¿De qué sirve sino todo esto? Con esta asignatura sin duda, además de todo lo aprendido, nos forjamos como personas conscientes y democráticas, como personas que saben lo que quieren y a donde quieren llegar. Esto es la educación, para mí.

Fernández-Balboa, J. M. (2005). La auto-evaluación como práctica promotora de la democracia y la dignidad. In La otra cara de la enseñanza: La educación física desde una perspectiva crítica (pp. 127-158). INDE Publicaciones.