AUTO-EVALUACIÓN
JOSE BERMELL CASADO
Durante mi recorrido académico podría enumerar con los dedos de una sola mano los/las docentes que me han dado la oportunidad de auto-evaluarme, y diría que me sobrarían unos cuantos.
He tenido maestros y maestras de todo tipo; quienes tenían un mando más directivo, quienes enfocaban la asignatura de forma más amena, quienes la enfocaban a base de trabajos y distintos tipos de propuestas. Incluso, quienes nos daban la oportunidad de ponernos una cualificación pero explicando las razones y justificándolo, evidentemente. Eso sí, haciendo media y teniendo en cuenta la nota que nos asignaba el profesorado, siempre con prioridad y dándole mayor valor a su cualificación que a la del alumnado, o como diría Fernández-Balboa de sus co-aprendices. Una cualificación extraída en base de su observación, de los trabajos y algún que otro examen, pues no vaya a ser que se ponga un sobresaliente.

Al fin y al cabo, es lo que tiene que la escuela haya crecido junto a dos conceptos que cita Fernández-Balboa, “conciencia autoritaria” y “pedagogía venenosa”, de hecho, no solo ha crecido la escuela junto a estos, también lo hemos hecho nosotras y nosotros mismos. Lo que significa que están muy asimilados en nuestra sociedad y si te proponen un cambio, como es la auto-evaluación, te alteras dado que tememos a los cambios, a lo nuevo y a que algo no salga como realmente deseamos.
En el texto de Fernández-Balboa (2005) , concretamente el capítulo VII titulado “La auto-evaluación como práctica promotora de la democracia y la dignidad” ,Juan Miguel habla sobre la pretensión de que sus co-aprendices tomen conciencia de aquellos aspectos que se han reproducido año tras año en la sociedad, y evidentemente en la escuela. Lo que él pretende, es mostrarles la dignidad humana de cada uno y una, junto a la Democracia y además, desarrollar auto-determinación y auto-regulación para que aprendan a ejercer sus derechos.
Pero, un aspecto esencial en una educación democrático-humanística como la que propone el autor del texto, es necesario que esté presente la auto-evaluación. Y esto es sobre lo que voy a hablar.
Tras la lectura del documento que nos has facilitado Jorge, he conocido lo que supone auto-evaluarse, cómo se lleva a cabo, mitos que existen, sus precedentes entre otros muchos aspectos, con los que estoy totalmente de acuerdo. A medida que iba leyéndolo, en algunos momentos, me he sentido identificado con lo que estaba nombrando, pues lo he relacionado con la forma en la que nos has planteado la asignatura. Asimismo, considero que auto-evaluarse y que no haya un examen como tal, va a ser mucho más enriquecedor para el alumnado, pues va a recibir y aprender conocimientos igualmente. De este modo, no existe la presión que crea la presencia de los controles y se genera un ambiente más cálido y con menor tensión, incluso, desde mi punto de vista, ganas confianza con tus co-aprendices.
Por otro lado, me ha surgido una cuestión. Pongamos que durante mi formación académica he tenido la posibilidad de auto-evaluarme año tras año, dejando a un lado los exámenes y experimentando mediante proyectos, trabajos de investigación, reflexiones personales, es decir, mediante una metodología que huye de la tradicional y que permite al alumnado auto-evaluarse. Evidentemente, y no dudo en ningún momento, que habré aprendido grandes conocimientos de cada una de las asignaturas, habré adquirido hábitos de trabajo, capacidad de reflexión entre otros aspectos que quedarán reflejados en cada una de las propuestas que se lleven a cabo y en mi reflexión final, donde me auto-evaluaré. Es decir, habré tenido un aprendizaje complejo y estricto, en el cual la investigación y el papel activo por parte del alumnado toma gran relevancia.
Pero,¿qué ocurre cuando llegas a esos cursos que se han transformado en aspectos totalmente burocráticos? ¿Qué ocurre cuando nos encontramos en cursos cuyo único fin es obtener notas elevadas para acceder a un grado universitario o a formación profesional?
Con esto me refiero a que cuando nos encontramos en etapas educativas superiores como puede ser bachillerato, en las que seguidamente tenemos las Pruebas de Acceso a la Universidad, ¿qué ocurrirá con aquel alumnado que ha estado auto-evaluándose? Está claro que habrán aprendido muchos conocimientos, de hecho en uno de los párrafos anteriores he nombrado aquellos aspectos que creo que son beneficiosos e importantes a destacar sobre la propuesta de Fernández-Balboa. Pero, al fin y al cabo estas personas no han vivido la presión y el estrés que supone hacer un examen detrás de otro durante una semana, sin tener las suficientes horas el día de antes para poder hacer un pequeño repaso de los 11 temas de cada una de las asignaturas que te examinas al día siguiente. Y oye, ojalá algún día esto no sea así.
Con estos argumentos no defiendo los exámenes, en absoluto, pero creo que en este caso jugaría con ventaja el alumnado que sigue ese tipo de evaluación, a pesar de ser totalmente al contrario. Sin duda, el otro grupo de personas es quien realmente sale ganando pues son quienes han tenido un aprendizaje significativo. Y la verdad, que el grupo de co-aprendices no se merece, a mi parecer, después de todo el esfuerzo que han dedicado durante su formación académica que no sean valorados. Pero bueno, realmente creo que el problema va más allá, pues es el sistema educativo quien mantiene este tipo de selección y de reproducción de “status quo”. Además, dichos cambios van a suponer muchos años de trabajo, puesto que hay que cambiar la mentalidad de aquellas personas que siguen con una mirada clásica en relación a la educación, y esto va a llevar mucho tiempo. Y sí, lo digo. Va a llevar mucho tiempo dado que la sociedad ha crecido junto a una “pedagogía venenosa”, la cual se encarga de mantener aquellos aspectos tradicionales y la culpable de que exista desconfianza por parte de muchas personas, y muchos maestros/as, hacia la auto-evaluación.
Por último, voy a dar mi opinión sobre esta, aunque creo que está clara. Sin duda, estoy totalmente de acuerdo con la propuesta del autor y con que se lleve a cabo la auto-evaluación en el ámbito educativo, por muchas razones. Pero principalmente, por las siguientes:
En mi caso, al saber que voy a ser yo quien me va a evaluar, me motiva a trabajar y realizar mis tareas o talleres de forma completa, óptima y estricta. Es más, creo que las personas somos muy estrictas con nosotras mismas, por lo que a la hora de auto-evaluarnos y de ver si hemos cumplido aquello que nos hemos propuesto también lo seremos.
No existe el miedo o la presión a equivocarse y ser mal evaluado, pues al fin y al cabo, quien se pone la nota es uno mismo.
Da la oportunidad a todo el alumnado a que se exprima y que saque jugo de sí mismo. Es decir, la metodología tradicional favorece, principalmente, a un tipo de perfil de alumno/a y no creo que se lo permita a todo el alumnado. Hay personas que son muchos más reservadas, tímidas y que les cuesta ganar confianza. Pero, mediante la auto-evaluación sí que se puede alcanzar, dado que proponen los aspectos y temarios mediante métodos mucho más atractivos y que crean un ambiente sin rivalidad. Un ambiente en el que no existe una lucha constante por ver quién ha sacado mayor nota, un ambiente agradable y que dar a conocer a todos los componentes del grupo.
Y por último, desde mi punto de vista, las personas salen mejor preparadas y son mucho más realistas, sinceras y críticas consigo mismas, pero sobre todo dignas y humanas.
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Para acabar, voy a destacar el siguiente fragmento del autor porque me ha gustado y me ha resultado muy curioso. Pienso que es un gran argumento en defensa a la auto-evaluación y cierra la boca de todas aquellas personas que creen, que los maestros/as tenemos un pensamiento idílico con esto de las nuevas metodologías y propuestas de trabajo. Esta es la siguiente. Según Fernández-Balboa (2005):


Una pregunta que se me suele hacer es que si yo iría a un médico que se ha auto-evaluado, o que si me atrevería a cruzar un puente o vivir en un edificio construido por un ingeniero que se ha puesto él/ella mismo la nota. Mi respuesta es un no rotundo ¡NO! Pero a ello añado que la labor de los médicos y de los ingenieros es muy distinta a la de los educadores. Que aquellos son responsables por la vida y la vivienda de las personas, mientras que la misión de éstos es preparar ciudadanos para una vida digna y demócrata. Los fines de estos dos grupos son rotundamente distintos, y por lo tanto los métodos y los contenidos de su aprendizaje también deben serlo. De la misma forma que el carpintero utiliza la sierra y la pintora el pincel, el médico y la ingeniero han de aprender y practicar conceptos y procedimientos muy distintos a los del maestro. La auto-evaluación está así justificada en el magisterio. (pág.152)


Aquí pongo fin a mi reflexión sobre el capítulo de Juan Miguel Fernández-Balboa. Una lectura que me ha concienciado, y creado alguna duda, sobre la auto-evaluación y lo que supone esta. Una lectura que me ha sensibilizado sobre la importancia de una educación digna y de calidad. Y sin duda, creo que mediante la auto-evaluación podemos lograr ambas.
Ahora creo que es el momento de actuar e ir en busca de dicha educación de calidad, digna y humana. Y por ello, debemos salir de nuestro círculo de confort y confiar en el alumnado y en su auto-evaluación. Es más, Fernández-Balboa (2005) lo dice en el texto; "En el acto de auto-evaluación, casi todo el mundo tiene algo que mostrar de lo que está orgulloso, convirtiendo esta sesión en una oportunidad única para compartir públicamente los descubrimientos que hemos realizado a lo largo del curso"(pág.147). En cambio, aquel alumnado que se "aproveche" del poder que dispone al tener en sus manos la toma de decisión sobre su calificación, quedará reflejado en el acto de auto-evaluación, pues no habrá reflexionado en gran profundidad. Tan solo se estará engañando a su propio ser, sin beneficiar a absolutamente nadie.

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA:
Fernández-Balboa, J.M. (2005). Capítulo VII. La auto-evaluación como práctica promotora de la democracia y la dignidad.